La Fontana de Oro... Un auténtico pub irlandés.
Como parte de la sucesión de eventos que mencioné hace un par de post, procedo a contarles acerca del fraude musical en "La Fontana de Oro", un bar irlandés que queda a un par de cuadras de la Puerta del Sol. Bien, allí elegimos ver el juego de Alemania contra Portugal, entre otras cosas porque tenían una pantalla gigante envidiable, cerveza Guinness y unas camareras de ensueño.
Bien, de principio todo parecía ir bien... lindo sitio, buena ubicación, ambiente de fútbol, en líneas generales la elección había sido perfecta. Luego llegó el primer desaire: 5,50 euros la pinta de Guinness. Bueno, que más da... a pagar se ha dicho. Cervezas en mano, respectivo trago innaugural y a ver el juego en la majestuosa pantalla gigante, de vívidos colores y sorprendente dimensión. Vaya escenario... un pub irlandés de finales del siglo XVIII, en pleno centro madrileño y degustando una clásica cerveza mientras disfrutábamos del penúltimo juego de la Copa del Mundo. ¿Genial, no?
Bien, tan sólo habían transcurrido 15 minutos del primer tiempo cuando la vívida imagen que se observaba en la majestuosa pantalla gigante empezaron a transformarse en mediocres vestigios de color, que podrían superar a los de una tele de los años 60... terrible. No sólo se veía algo borrosa la imagen (como si estuviera fuera de registro, para aquellos que conocen algo de artes gráficas), sino que de pronto la camiseta teutona empezó a tornarse color rosa y el tricolor alemán se asemejaba a la bandera del orgullo gay. Un desorden cromático sumamente confuso.
Sorprendidos ante cambio tan radical, le preguntamos a uno de los chicos que trabajaba esa noche de camarero, si podía reparar el fulano artefacto que proyectaba la imagen en la pantalla gigante (ahora ya no tan majestuosa). Ante nuestro pedido, este jóven de facciones similares a las de Jim Morrison nos respondió, en un precario español y con tono de voz tipo Ashton Kushner en "Dude, where's my car?" (voz de lerdo, pues):
"No, eso es normal... nuestro televisor es una mierda!"
Más sincero no podría ser el broder. Nos causó tanta risa que ya no le prestamos atención a los colores (ni al precio de la cerveza), sencillamente seguimos viendo el juego que afortunadamente ganó Alemania, por abultado marcador. Justo al terminar el partido, me percaté de unas placas que se encontraban en las paredes del bar. Unas con el escudo de Irlanda, otras con escritos míticos y leyendas, incluso, habia una que decía: "auténtico café irlandés con whiskey Jameson". Me dije a mi mismo... "Vaya lugar, toda una tradición".
Dos segundos después, toda mi ilusión céltica se desvaneción abruptamente al escuchar: "Suavementeeeeeee.... be-sa-me, que quiero sentir tus labios besandome otra veeeeez!!!" ¿Qué diablos? Sí, Elvis Crespo se apoderaba de la ahora detestable pantalla gigante, que destruyó toda mi experiencia irlandesa en el pub de finales del siglo XVIII.
¡Vaya mierda!
Bien, de principio todo parecía ir bien... lindo sitio, buena ubicación, ambiente de fútbol, en líneas generales la elección había sido perfecta. Luego llegó el primer desaire: 5,50 euros la pinta de Guinness. Bueno, que más da... a pagar se ha dicho. Cervezas en mano, respectivo trago innaugural y a ver el juego en la majestuosa pantalla gigante, de vívidos colores y sorprendente dimensión. Vaya escenario... un pub irlandés de finales del siglo XVIII, en pleno centro madrileño y degustando una clásica cerveza mientras disfrutábamos del penúltimo juego de la Copa del Mundo. ¿Genial, no?
Bien, tan sólo habían transcurrido 15 minutos del primer tiempo cuando la vívida imagen que se observaba en la majestuosa pantalla gigante empezaron a transformarse en mediocres vestigios de color, que podrían superar a los de una tele de los años 60... terrible. No sólo se veía algo borrosa la imagen (como si estuviera fuera de registro, para aquellos que conocen algo de artes gráficas), sino que de pronto la camiseta teutona empezó a tornarse color rosa y el tricolor alemán se asemejaba a la bandera del orgullo gay. Un desorden cromático sumamente confuso.
Sorprendidos ante cambio tan radical, le preguntamos a uno de los chicos que trabajaba esa noche de camarero, si podía reparar el fulano artefacto que proyectaba la imagen en la pantalla gigante (ahora ya no tan majestuosa). Ante nuestro pedido, este jóven de facciones similares a las de Jim Morrison nos respondió, en un precario español y con tono de voz tipo Ashton Kushner en "Dude, where's my car?" (voz de lerdo, pues):
"No, eso es normal... nuestro televisor es una mierda!"
Más sincero no podría ser el broder. Nos causó tanta risa que ya no le prestamos atención a los colores (ni al precio de la cerveza), sencillamente seguimos viendo el juego que afortunadamente ganó Alemania, por abultado marcador. Justo al terminar el partido, me percaté de unas placas que se encontraban en las paredes del bar. Unas con el escudo de Irlanda, otras con escritos míticos y leyendas, incluso, habia una que decía: "auténtico café irlandés con whiskey Jameson". Me dije a mi mismo... "Vaya lugar, toda una tradición".
Dos segundos después, toda mi ilusión céltica se desvaneción abruptamente al escuchar: "Suavementeeeeeee.... be-sa-me, que quiero sentir tus labios besandome otra veeeeez!!!" ¿Qué diablos? Sí, Elvis Crespo se apoderaba de la ahora detestable pantalla gigante, que destruyó toda mi experiencia irlandesa en el pub de finales del siglo XVIII.
¡Vaya mierda!
2 Comentarios:
¿Cómo me haces ésto? Son las 8 de la mañana y ahora no puedo sacar de la cabeza a Elvis Crespo... me voy a poner un poco de Slayer...
debiste preguntarle al mismo becerro: qué carajo de música es esa?????!!!!! seguro te respondía igual : "sí, tambien la música es una mierda acá!" jejejejeje
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