miércoles, octubre 31, 2007

BBD-ALL YOU CAN EAT

El ritmo de trabajo en BBDO suele ser implacable y el ambiente que se respira acá, es envidiable. Ordenes de trabajo urgentes que se entregan a última hora, ejecutivas de cuenta despampanantes que no quieren nada con uno, duendes que desaparecen pelotas de futbolito, jornadas de trabajo interminables; desadaptados sociales que golpean las paredes con el primer objeto contundente que consiguen, sólo con la intención de propiciar un infarto prematuro; intrusos que duermen en nuestra hamaca, lindas pasantes que soplan burbujitas de jabón durante el día, idiotas que hablan como argentinos para pasar el rato, borrachines que juegan cultura chupística los viernes en la noche, ratones rebeldes que follan hawaianas de juguete... En fin, pasan cosas tan extrañas que lo menos que podemos hacer es echarnos a reír y convivir simpáticamente, no sé cómo.

De hecho, a veces nos tomamos el día libre, cocinamos toneladas de carne a la parrilla y mientras algunos comen, otros arman un jamming de lujo*. Para muestra, una ventana:



BBDO rockea, en caso de que no quede claro.

En tarima:

Ernesto Marichales (Redactor Senior/Batería)
Juancho Delgado (Director Creativo/Bajo)
Juanito Alimañana (Redactor Senior/Guitarra y voz)

* De lujo por lo costoso de los instrumentos, claro.

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lunes, octubre 29, 2007

Las mujeres marsupiales

Los teléfonos celulares, sin duda alguna, son uno de los dispositivos que han calado con mayor facilidad en los venezolanos. No importa si tienen que dejar de comer, gastarse el sueldo completo y sacrificar la supervivencia de su familia, la mayoría de los venezolanos van y compran el celular más costoso que encuentren porque de alguna forma, ese aparatico es sinónimo de alcurnia.

El venezolano promedio no le presta atención a la practicidad del equipo y le da igual si el teléfono es el más complicado de manejar; sencillamente lo compra porque está de moda, porque tiene una decena de funciones que jamás usará y además, porque lo hace sentir importante. De hecho, he conocido gente que se muere por tener en sus manos un aparatico con cámara de 5 megapixels, bluetooth, calendario, hora mundial, conexión a internet, centenares de ringtones polifónicos, wallpapers, radio, televisión, sms, agenda electrónica, calculadora y juegos interactivos aún cuando lo único que realmente terminarán usando con frecuencia son los botones de llamar y colgar. Pero eso es lo de menos, lo que realmente interesa es convertirse en una especie de abanderado de la telefonía celular de última generación y para ello, hay que complementar la adquisición del equipo con un buen estuche.

En ese sentido, las opciones son prácticamente infinitas. Estuches de cuero, de plástico, de gamusa barata, con broches, sin broches, con cierres, sin cierres, con cierre mágico, sin cierre mágico, transparentes, de colores, con joyas falsas, con muñequitos animados, con luces y mil gimmicks más; los usuarios de teléfonos celulares tienen en el mercado venezolano un montón de alternativas para proteger sus preciados equipos. Sin embargo, hay un lote de consumidores -femeninos todos- que prefiere obviar las posibilidades que los manufacturadores taiwaneses ponen a su alcance y decide romper bruscamente los principios básicos de la estética y los buenos modales. Me refiero a las mujeres que tienen la costumbre de colocarse el teléfono celular entre los senos.

Así es amigo extranjero, no sé si en su país las mujeres suelen esconder estos aparatos entre sus pechos, pero acá en Venezuela, esta extraña práctica es bastante popular. ¿La razón? Pues no la tengo muy clara, pero según he escuchado, la idea de colocarse el celular entre los senos surge como consecuencia de la inseguridad en Venezuela. Aparentemente, las mujeres que tienen esta maña han manifestado que las amenzas de robo son tan grandes que se han visto obligadas a desechar los estuches convencionales y adoptar una nueva técnica para transportar en secreto sus teléfonos y evitar así que las despojen de sus preciosos dispositivos.

De hecho, recién ví un documental donde una señora explicaba el origen de esta inusual práctica, así que voy a compartirlo con ustedes. En el video, la mujer -que supuestamente fue la que puso de moda esta costumbre- comentaba que la idea se le ocurrió luego de ver en National Geographic un documental acerca de los canguros. Así es, la señora cuenta que justo cuando vió a la mamá canguro depositar cuidadosamente a su cría en el marsupio para protegerla de los depredadores, la idea de colocar el teléfono entre sus senos para protegerlo de los choros surgió casi de inmediato. Rápidamente estiró el cuello de su dormilona y miró hacia abajo. Supo al instante que sin sostenes no habría marsupio, así que corrió hasta el closet, como pudo se colocó un viejo brassier y chequeó de nuevo. Ya la cosa empezaba a tomar forma. Emocionada, agarró su celular y lo dejó caer entre el espacio que se formaba entre sus senos... ¡plin!... encajó perfecto.

De ahí en adelante, la costumbre de llevar el celular entre los senos se popularizó. Sin embargo, lo que esta visionaria no previno fue la manera en que se vería el teléfono entre sus pechos. A ella y a todas las mujeres marsupiales que caminan por las calles de Venezuela se les forma una especie de esternón anormal protuberante que lejos de disimular el aparato, lo delata tremendamente. Por otra parte, la mayoría de los hombres tendemos a ver hacia esa zona de la anatomía femenina y probablemente los ladrones también, así que difícilmente el celular pasará inadvertido. A eso agréguenle el sudor que seguramente se forma entre los senos luego de un arduo día de trabajo y verán que la técnica no es muy funcional que se diga. De hecho, es patética.

Lo peor es que hay mujeres que sacan el teléfono, escriben un mensaje, lo mandan y luego depositan el celular en el marsupio. Dos minutos después, les vibra el esternón y se meten la mano entre los senos para sacar el aparato. Leen el mensaje que les llegó, lo responden y repiten la dinámica, mil veces en un día. ¿Sexy? Ni de vaina. ¿Práctico? No creo. Entonces, por favor, que alguien me explique por qué hay mujeres que siguen metiéndose el celular entre las tetas. Quisiera saber.

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domingo, octubre 28, 2007

En mi blog mando yo

Cuando empecé este blog, en febrero de 2006, lo hice con la intención de tener un espacio en el que pudiera comentar abiertamente el tópico que se me antojara. Inicialmente, empecé con unos cuantos reviews de discos y bandas, quizá influenciado por mi trabajo en la radio y las ganas de compartir con los pocos lectores del blog algunas de mis preferencias musicales, pero luego me fui a Europa por un par de meses y este espacio se convirtió en una bitácora de viaje donde registraba las cosas que veía en cada lugar, posteaba una que otra foto y poco a poco, esto se fue convirtiendo en un rollo más vivencial.

De ahí en adelante, la "línea editorial" se mantuvo más o menos en ese sentido... opinar, con una óptica subjetiva y muy personal, acerca de ciertos tópicos. Algunos totalmente irrelevantes para la mayoría de los lectores (pero interesantes o divertidos para mí) y en otras ocasiones, acerca de situaciones que aparentemente le interesan a más de uno. Pues bien, creo que el post de hoy puede colocarse en el último lote, así que sigan leyendo, por favor. Hace un par de días pasé por Caseroloops a echar un vistazo y el último post, titulado "Mi mayor tristeza", me hizo detenerme en el acto y leerlo cuidadosamente. Mi pana Héctor no es un tipo que anda escribiendo de tristeza por ahí; de arrecheras, tal vez, pero de tristeza no. Algo grave tenía que estar pasando para que Héctor hiciera un post titulado de esa manera y efectivamente, cuando lo terminé de leer, me dí cuenta que la palabra "tristeza" había sido empleada perfectamente. En el post, Héctor comentaba acerca de un incidente que lo obligaba a abandonar su blog y como la situación que lo forzaba a tomar esa decisión no estaba clara, decidí preguntarle a unos cuantos panas. Más vale que no.

Resulta que unos algunos miembros del Centro de Estudiantes de la UCLA (Barquisimeto) tomaron, sin permiso, un post de Héctor y lo reprodujeron en millones de flyers que recorrieron los cielos de la universidad en cuestión y eventualmente, se convirtieron en un catalizador de opiniones dentro de la comunidad estudiantil. El post que arbitrariamente fue copiado y reproducido tiene que ver con el tonto comportamiento de uno de los altos dirigentes de la UCLA, encargado del área Cultural, que como toda figura pública está expuesta a ser objeto de críticas y comentarios, buenos y malos. Sin embargo, como era de esperarse, este pseudo-intocable no supo lidiar con la opinión de una sola persona y empezó una cacería de brujas extraordinariamente absurda. Llamó a no se quién, le contó a sus amigotes millonarios, le hizo pucheros a unos cuantos adoradores y al final, un grupo de sin vergüenzas con cierto poder amenazaron con demandar a Héctor por lo que imagino perciben como una crítica insolente.

Ahora bien, yo me pregunto... ¿A cuenta de qué van a demandar? El artículo no dice nada que no sea verdad y por otra parte, hasta donde yo sé, los blogs son espacios personales en los que cada quien puede decir lo que le venga en gana. Ningún blog impone su contenido y nadie es obligado a tipear la dirección de una bitácora en su navegador; la gente accesa a ellos y decide leerlos por voluntad propia. Así de sencillo. Además, si alguien toma información de internet y la hace pública en forma de volantes, el rollo es con quien los reprodujo y no con quien publicó la información en un espacio personal. ¿O me equivoco?. Más allá de eso, lo que más me divierte de este incidente es que si el dueño del blog fuese Gustavo Cisneros, probablemente nadie saldría a la defensa del inútil que tuvo que renunciar a su cargo en la UCLA por incompetente. Me gustaría ver cuantos estarían dispuestos a iniciar una demanda si el autor del post fuese, por ejemplo, Donald Thrump o el hijo del dueño de alguna mega corporación. ¿Ninguno, verdad? Claro, es que las críticas ensucian la dignidad y el orgullo de los "poderosos" cuando provienen de alguien que consideran inferior, pero cuando sale de la boca de alguien con mucho más "poder", bueno, ahí las cosas cambian y los comentarios que eran ofensivos terminan convirtiéndose en detallitos fáciles de olvidar. Pendejaditas pues.

Entonces, vayan al diablo todos los que se creen intocables porque tienen una oficina de dry-wall y un escritorio prestado donde reposa una plaquita de metal que dice Gerente, Rector o lo que sea. Vengan y díganme, en mi cara, que no puedo opinar en mi blog. Hagan pucheros, lloriqueen como niñas, pataleen y demándenme por levantar mi voz y compartir mis ideas con quienes quieren escucharlas. Que venga el tipo de la UCLA y me diga lo que puedo y no puedo decir en mi blog, para mandarlo bien largo al carajo. Estoy cansado de ver como unos cuantos sin vergüenzas menea-whisky se ofenden cuando alguien les hace ver que se equivocan, cuando la gente advierte que son unos incompetentes elegidos a dedo para hacer un festín con el dinero ajeno y/o cuando alguien con criterio les demuestra que las cosas no son como ellos dicen. Si no les gusta recibir críticas o comentarios relacionados con sus trabajos, pues renuncien, váyanse a casa y acuéstense a dormir.

Eso, por cierto, va con los que organizan eventos, con los que dirigen partidos políticos, con los que tienen agrupaciones musicales, con los que están encargados de gerenciar empresas, con los jefes de departamento, con los que hablan por la radio y aparecen en televisión, con los que escriben en periódicos y demás medios impresos, con los que hacen publicidad, con los que hacen malabarismos en la calle, con los que recitan poemas ante un auditorio, con los que dan clases en las escuelas y universidades, con las promotoras de cerveza, con los que escriben en los blogs, con los que graban podcast y con todos los que hacen algo que termina quedando expuesto al público; a todos ustedes, amigos, les recomiendo que renuncien a sus trabajos y se pongan a sembrar hortalizas en el patio de sus casas si no tienen el temple para aceptar las críticas ajenas. Las que tengan respecto a este post, pueden hacerlas llegar en la sección de comentarios.

Ya para terminar: Héctor, mi pana, déjate de pendejadas y sigue escribiendo. Ánimo Amador.

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domingo, octubre 21, 2007

Back to the Future

Vaya domingo. El día de hoy ha transcurrido entre lluvia y granizo, algo de frío y lo peor de todo: conexión intermitente a internet. Creo que pocas cosas me hacen perder la paciencia tan rápido como las páginas que no cargan por completo y que media hora después terminan rendidas, mostrándome un aviso de error. Ni hablar del messenger, que cuando la conexión es tan inestable, se conecta y desconecta sin avisar o devuelve mensajes que había escrito horas antes. Un desastre. Para rematar, los documentales que me estoy descargando siguen ahí, retenidos por algún ente digital que no les permite llegar hasta el final de una buena vez. Lo fino es que un par de conciertos de los White Stripes (Live at BBC Maida Vale) y un documental acerca de los UFO's ya consiguieron un cálido hogar en mi disco duro. Oh yeah, baby.

En fin, un par de cosas han sucedido entre el viernes y hoy, así que mejor dejo registro de ellas en este instante. Lo primero tiene que ver con unos cuantos premios que la agencia ganó en los ANDA de este año... 8 premios de 13 nominaciones, incluyendo un bronce en gráfica por un aviso, que por cierto, tiene una foto de Ram. Tomada por él, quiero decir. Luego, el sábado fui al Mercado de Diseño que organiza Guayoyo cada cierto tiempo, aunque esta vez llegué tan tarde que no había mucho que ver. Faltaban algunos expositores que habían estado la vez pasada, ya la banda que estaba programada para tocar había terminado su set y el último DJ estaba pinchando algo que ni siquiera recuerdo. Sin embargo, esta nueva edición del Mercado de Diseño me guardaba una extraña sorpresa... justo a unos pocos metros de la entrada estaba una linda rubia, tatuada y pierciada, vendiendo unos vestidos divertidos. Sobre uno de los "mostradores" estaba una cartel fluorescente con letras negras, que decía: NATASHA TOPLAK.

¿Natasha Toplak? Un momento, ese nombre me es familiar. Sobretodo el apellido. Veo el cartel, veo a la chica e inmediatamente sonreí. En pocos segundos recordé que hace 17 años, cuando mis padres me inscribieron en uno de esos planes vacacionales para niños con problemas de conducta, conocí a un par de chicas de apellido Toplak. Eran unas rubias, casi idénticas, con quienes pasé 15 días visitando los típicos lugares que los planes vacacionales suelen incluir en sus itinerarios: fábricas de caramelos y chiclets, clubes, heladerías, museos y cosas por el estilo. También recordé que eran unas hermanitas de no necesitaban hablarse para comunicarse; una predecía casi todo lo que la otra iba a hacer y por lo general, eran maldades. Pellizcaban a fulanito, se reían, gritaban sin razón alguna y hacían lo que me imagino hacían todas las niñas de su edad. De cualquier forma, a mi me encantaban. Una más que otra, pero me encantaban. No logro recordar el nombre de la hermana de Natasha y tampoco recuerdo cual era la que me gustaba, pero eso, en este preciso momento, no tiene mayor relevancia.

Lo que realmente importa es que Natasha se veía como tenía que ser; tal cual como la habría descrito si me hubiesen pedido que predijera como luciría 17 años después. Suena extraño, sí, pero es la verdad. La imagen que recuerdo de ella -cuando teníamos 10 años, más o menos- se correspondió perfectamente con la Natasha de ayer. Eso me sorprendió. Tanto así, que en medio de mi asombro me acerqué hacia donde estaba ella y le pregunté un par de cosas, que respondió entre miradas perdidas e indiferencia ("no, no te recuerdo... quizá conoces es a mi hermana", etc.). Era de esperarse, ¿no?. Las cosas han cambiado, claro, pero a decir verdad no me acerqué con la intención de iniciar un reencuentro sensacional, más bien quería asegurarme de que esa chica que vendía sus diseños era la transformación (muy atractiva, además) de la niñita que junto a su hermana me entretuvieron (con gritos, risas y maldades de carajitos) durante 15 días, hace 17 años.

Lo mejor de todo es que googleando me enteré que Natasha lleva rato diseñando prendas de vestir, que aparentemente son bien reconocidas y apreciadas por la movida caraqueña. Fino por ella. Ojalá que en algún momento me la consiga de nuevo, en otras circunstancias, y tengamos oportunidad de conversar un poco más, de otras cosas. Les dejo link a su MySpace, en caso de que deseen vistarla. Si alguien la conoce, díganle que voy pendiente de compartir unas cervezas con ella... quizá recuerde algo.

Ahora, les aviso: voy a cambiar el tema radicalmente. Ya he hablado de Cristóbal Guerra en este blog y he dicho que es el comentarista más desesperante que existe sobre la derretida faz de la Tierra. Sus insistentes metáforas e innecesarias muestras de fino lenguaje convierten el juego de fútbol más pendejo en una especie de obra de teatro shakesperiana que saca de sus casillas a cualquiera. Para él no hay jugadores disputando un partido de fútbol, no, para él hay aguerridos soldados del ejército napoleónico librando una batalla monumental, sin tregua, en medio de un mundo ensombrecido por la confusión que vive bajo el reinado del temor. Sus ojos no ven a Oliver Khan defendiendo la portería alemana, que va, el observa a una feroz piraña protegiéndose del ataque de algún caimán, delfín de agua dulce, pirarucu, arapaima o cualquier otro depredador de las turbias aguas de algún bosque inundado de la Amazonia. Da igual, sus comentarios siempre distraen y cuando finalmente termina de recitar su aburrido discurso, ya la jugada terminó y todos están en otra cosa. El tipo es una desgracia.

Pues bien, hago esta nueva mención porque aparentemente Cristóbal Guerra no se ha conformado con arruinar todos y cada uno de los partidos de fútbol en los que ha participado como narrador, sino que además parece haber dado origen a una especie de secta que aprendió a imitar su irritante oratoria. Aparentemente, los miembros de este extraño grupo de individuos son muy variados, pero se ha descubierto que al menos uno de ellos navega en internet buscando oportunidades que le permitan hacer gala de un extraordinario repertorio de metáforas y refinadas palabras. Para respaldar esta teoría, el autor me ha pasado el link de una página de relaciones interpersonales, tipo hi5 o facebook, en la que hay fotos de una linda chica caraqueña y justo debajo, en la parte de los comentarios, la prueba contundente de que existe al menos un discípulo de Cristóbal Guerra:


¿El volátil aletear del colibrí? ¿El ágil desplazamiento del delfín?. Qué coño pasó en ese comentario, no tengo idea. Si a mí me ladilla ver un juego de fútbol con un tipo diciendo necedades, puedo imaginarme la reacción de la chica que tuvo que lidiar con este fanático de Animal Planet en su página de comentarios. Y me lo puedo imaginar porque también me mandaron un jpg con la respuesta:



Así que preste atención Sr. Guerra: somos gente común y corriente, así que no es necesario narrar los partidos de fútbol -mucho menos si son los del mundial- utilizando palabras rebuscadas. Sea usted mismo, sin importar nada más porque eso es tan importante como vivir. ¿Para qué fingir ser alguien más? Saludos Cristóbal y de nuevo, gracias.

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lunes, octubre 15, 2007

El ataque de los ancianos oportunistas

Ya son tantas las veces que he comentado acá las rarezas que veo y escucho cada vez que viajo, que en realidad no sé si valga la pena seguir posteando al respecto. Cada vez que me subo a un autobús o avión, me convenzo de que es imposible viajar con gente normal en un vehículo normal.

Por ejemplo, hoy en el autobús de Barquisimeto a Caracas había un asiento que tenía el espaldar flojo y apenas alguien se sentaba, todo el mueble se reclinaba completamente hacia atrás sin atender a los diferentes niveles de inclinación predeterminados que por lo general tienen este tipo de asientos. ¿Qué hicieron los encargados de la empresa que presta el servicio para corregir el desperfecto? Lo que era más fácil, por supuesto. Rodearon varias veces el espaldar con cinta adhesiva, lo tensaron bien y luego lo anclaron al apoyabrazos. El remiendo fue desastroso, claro. Cinta adhesiva en el espaldar, cinta adhesiva en el apoyabrazos y al final, todo demoró 5 minutos en ceder. Lo peor es que la empresa vendió ese puesto y se lo asignó a a un tipo que por supuesto le protestó al chofer. La conversación entre ellos fue algo así:

- Señor, me asignaron este puesto y mire como está...
- Sí, ese está malo pero con el "celotec" que le pusieron aguanta.
- No vale, pero yo no me voy a ir en ese asiento remendao'.
- Bueno, entonces vamos a ligar que quede algún puesto vacío porque yo no puedo hacer más nada.
- ¿Y si no quedan puestos vacíos?
- Ah bueno, si no quedan más puestos vacíos va a tener que sentarse en el que le tocó.
- Coño, ¿pero no ves como está? El espaldar está malo, se echa para atrás... ¿cómo me calo 7 horas de viaje así?
- Bueno amigo, cálmese, vamos a esperar a ver si queda uno vacío y ahí resolvemos.

Afortunadamente quedaron 4 puestos vacíos y el pana consiguió otro lugar para sentarse, de lo contrario habríamos tenido un breve pero sustancioso enfrentamiento chofer-pasajero en el pasillo del autobús. Después subieron unas señoras que como no lograban ubicar sus puestos (porque les daba ladilla revisar los números de los asientos) decidieron sentarse donde mejor les pareció. Este fue más o menos el diálogo entre ellas:

- ¿Qué número de asiento tenemos?
- 43 y 44
- ¿Y dónde es eso?
- No sé, debe ser por aquí
- ¿Dónde tienen los números estos asientos pues?
- Aquí arriba... ¿ves?
- Ay no mijita, vamos a sentarnos allá atrás y listo
- ¡No vale! ¿y si alguien viene y nos dice que esos son sus puestos?
- No chica, ¿quién va a reclamarnos? Vamos a sentarnos allá... si viene alguien, pues le decimos que se siente en otro lado. Que queremos estar juntas... total, nosotros estamos viejas (risas)... ellos pueden sentarse en otro lugar.
- Bueno, será...

Luego de unos minutos, llegaron un par de chicas que tenían asignados los puestos que arbitrariamente las señoras habían ocupado. Se acercaron a ellas, como tratando de entender por qué no estaban libres los puestos que les correspondían y entonces las ancianas autocráticas dijeron -con cara de dulces abuelitas que cocinan galleticas de chocolate para los nietos- que ellas no veían bien, que querían estar juntas, que no conseguían sus puestos y que por favor buscaran otro lugar para sentarse. Las chicas -por respeto a las señoras, me imagino- cedieron ante la propuesta y se ubicaron un par de filas más adelante.

En ese momento, pensé: ¿por qué algunas personas mayores se aprovechan de su condición de ancianos para hacerse las víctimas y convertirse en sin vergüenzas? La vejez es algo respetable, como no, pero tampoco es que se van a escudar en eso para hacer lo que les dé la gana. Si seguimos así, va a llegar el momento en que los ancianos oportunistas dispondrán de todo lo que se les antoje sin que podamos hacer nada al respecto y yo particularmente no estoy muy dispuesto a contribuir con eso. Ojo, que quede claro, yo soy uno de los primeros en levantarse para cederle el puesto a una persona mayor, valoro enormemente su condición y procuro ayudarlos en cualquier cosa que esté a mi alcance, pero ceder ante la viveza de unos pocos viejos maleducados definitivamente no está en mis planes. Avisados están.

Respecto al espaldar con cinta adhesiva, pues no hay mucho que decir, ¿o sí?. Creo que ya estamos acostumbrados a los servicios mediocres, nos resignamos ante lo que venga y pocas veces tenemos la paciencia y el valor de levantarnos para decir: ¿sabes qué mi pana? No me la calo. No acepto esto, no voy a pagar por algo que no sirve, no estoy dispuesto a contribuir con tu mediocridad, no te voy a regalar mi dinero, no sigo siendo parte de la cuerda de jala bolas que se callan la boca y toleran tus abusos, no me importa si eres un anciano sin vergüenza que se hace la víctima... NO ME LA CALO.

Ahora estimados lectores, voy a dispararme un dardo tranquilizante.

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sábado, octubre 13, 2007

No tengo un títular para este post

Ross está en Los Angeles (tomándole fotos a Kirk Hammet y a Paul Stanley, por separado, creo) y en su post del 11 de Octubre, afirmaba haber visto a la mujer más bella del mundo en un restaurante llamado Ago. Ross reflexionaba diciendo... "ojalá hubiese tenido el coraje para hablarle. Por supuesto, no lo tuve, así que me pasé toda la noche mirándola". No lo culpo, yo soy igual. A veces veo a una de estas mujeres que parecen tener esos detalles que me gustan y en lugar de acercarme y procurar una conversación, me quedo callado y veo desde lejos.

Quizá el problema está en que pienso las cosas demasiado, me planteo toda clase de escenarios pesimistas, pienso en frases divertidas para propiciar un primer contacto y luego me imagino las posibles respuestas (todas negativas, por supuesto). Al final, la situación se convierte en una especie de toma y dame personal que suspende el juego por lluvia cuando el cielo ni siquiera se ha teñido de gris. Una completa torpeza, ya lo sé.

Lo peor es que trato de hacerme la idea de que nada malo puede pasar y justo en ese momento, algo malo pasa. Vamos, no son cosas trágicas pues, pero si movimientos extraños que me hacen desistir. Por ejemplo, llega un tipo con pinta de luchador de jiu-jitsu y le agarra la mano, o veo que a pesar de que la chica parece estar sola, en la mesa hay 2 bebidas; o tiene un anillo de casada (que tampoco importa mucho), o de pronto se acerca a la barra y le da unos besitos al barman que me está sirviendo los tragos o en el peor de los casos, la chica camina hacia el baño y termina metiéndose en el de caballeros. Qué se yo, he visto de todo y esos antecedentes me han hecho ser un poco más cuidadoso a la hora de construir ese complicado puente entre la bella y la bestia. Ok, bueno, ya sé que no soy tan grande... digamos la "pequeña bestiecita" entonces. ¿Vale?

Sin embargo, y a pesar de todo lo que les he contado antes, ayer pasó algo diferente; extraño, diría yo. Ayer ví a una de las mujeres más hermosas del planeta Tierra y a diferencia de Ross, tuve el valor de acercame y hablarle. Creo que su post fue como una palmadita en la espalda, que me animó a iniciar una rápida conversación con esta hermosa alemana que junto con un lote de europeos(as) vino a Venezuela en un intercambio cultural de esos que hace el Rotary Club. Los que siguen este blog pensarán que estoy repitiendo historias porque la semana pasada me topé con unas alemanas que también estaban acá en un plan similar, pero no se equivoquen, la chica de ayer no escupe al hablar y es mucho más linda que las gorditas que conocí en el Metro.

En fin, como les dije, no soy bueno armando esos planes de ataque sorpresivos para interceptar a las mujeres como lo hacen buena parte los panas que conozco, pero hoy pasó algo y cuando me di cuenta, ya estábamos intercambiando números de teléfono y acordando mantenernos en contacto durante el año que ella estará en Venezuela, así que después de todo, el acercamiento no estuvo tan mal. Ojalá que prospere, amén.

miércoles, octubre 10, 2007

Ya sé por qué lloran cuando vienen a Venezuela

The Black Eyed Peas tocaron anoche en el estacionamiento del Poliedro y como en la agencia teníamos unas cuantas entradas de regalo, pues decidimos ir. Realmente, a mí no me gusta la banda, no me sé ninguna canción y tampoco siento mucho aprecio por el hip hop que se hace hoy en día (aunque puedo escuchar con gusto las cosas que ha hecho House Of Pain, Beastie Boys, Rage Against The Machine, Boo-Yaa Tribe, Run DMC y Cypress Hill, por ejemplo), pero debo decir que Fergie canta muy bien y Will.I.am es un showman, que divierte mientras está en tarima.

No haré una reseña por las razones antes expuestas, pero si mencionaré que durante el concierto hubo un par de momentos divertidos, como el tributo-parodia que le hicieron a Guns N' Roses cuando el guitarrista de la banda empezó a tocar el intro de "Sweet Child Of Mine" y Fergie se volteó la gorra que llevaba puesta y empezó a bailar como Axl mientras cantaba los primeros versos de la canción. Lo mejor de todo es que el tema le suena mejor a Fergie con The Black Eyed Peas que a Axl con los wannabes que tiene ahora. No en vano la señorita Rose lleva poco más de una década tratando de armar un caprichoso disco que al parecer nunca saldrá del studio. Otro de los episodios simpáticos del show fué la improvisación que hicieron sobre la base rítmica de "Seven Nation Army". Nada especial en realidad, pero es que me hizo ilusión escuchar algo de los White Stripes fuera de mi casa. Esto me hizo pensar de nuevo en la posibilidad de ahorrar y tratar de pillar a Jack y Meg en algún lugar del planeta la próxima vez que haya chance. Quizá el año próximo.

La noche también estuvo llena de las típicas cosas que se ven en los conciertos venezolanos: gente revendiendo entradas en la puerta; tipos apoyados por la policía y la Guardia Nacional, que te ofrecían pasarte al concierto sin hacer la cola a cambio de 10 mil bolívares; quioscos de cerveza colapsados, chicas desmayadas antes de que empiece a tocar la banda principal, conflictos de ego con los teloneros, mujeres en falditas que van en busca de una buena metida de mano para luego quejarse cuando alguien se les acerca, artistas que le dicen al público que es el mejor del mundo y pantallas que capturan el momento preciso en que los artistas lloran de la emoción. Lo hizo Gwen Steffani en el Caracas Pop Festival, lo hizo Fergie anoche y lo han hecho unos cuantos artistas más, en diferentes lugares del mundo (por ejemplo, Eddie Vedder durante el primer show de Pearl Jam en Buenos Aires).

Ahora bien, no es que yo sea un desalmado insensible, pero ¿por qué lloran? ¿acaso se sorprenden al ver a la gente coreando sus canciones? Es lógico ¿no? Nadie va a pagar lo que valen las entradas en este país para caerse a birras y no prestarle atención a la vaina. Como mínimo deben saberse las canciones y cantarlas, así sea por fonética. Es por eso que yo creo que las bandas no lloran porque se conmueven con el público venezolano sino que rompen en llanto cuando escuchan a los teloneros que normalmente abren los conciertos en este país. Por ejemplo, cualquier banda de metal va a llorar en tarima luego de ver a Gillman tocar 30 canciones de Arkangel y todas las de su carrera como solista, ondeando banderas de Rock Nacional y disparando consignas políticas a diestra y siniestra, tal como lo hiciera en su Gillmanfest hace un par de años. De repente anoche, Fergie lloró al enterarse que los Caramelos de Cianuro abrirían el show pero se calmó, hizo de tripas corazón y resignadamente se limitó a concentrarse en su concierto. Pero después, cuando le informaron que los Caramelos de Cianuro no tocarían, pues rompió en llanto... pero de la alegría. Y debo admitirlo, yo también lloré y vi a muchas otras personas llorar mientras se abrazaban eufóricamente y celebraban. Era como ver en CNN la caída del Muro de Berlín. Estábamos felices, tanto así que mientras recordaba el episodio me emocioné de nuevo y ahora un par de lágrimas han empezado a correr por mi mejilla y gotear hasta el teclado, así que mejor dejo esto hasta acá y así evito un circuito en la oficina.

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martes, octubre 09, 2007

Piratas del Caribe

Para nadie es un secreto que la piratería musical en nuestro país está fuertemente establecida, incluso más que la educativa. Y eso ya es bastante decir. Ninguna calle de Venezuela está libre de esos pequeños tarantines de anime en los que se despliegan, sin ninguna vergüenza, cientos de CD-R con portadas mal impresas y una calidad de audio prácticamente nula. Los compran los policías, los ejecutivos de empresas, las secretarias, los heladeros, las amas de casa, los estudiantes, las señoras que hacen tortas para vender, los panas que alquilan teléfonos en la calle, las modelos de revistas de moda, los animadores de programas de Lotería y hasta las turistas europeas que visitan Venezuela en intercambios culturales. Sí, europeas gastando su dinero en compilados piratas que tienen en la portada fotos de chicas en trajes de baño diminutos, saboreándose sádicamente, como con ganas de seducir a los compradores.

El domingo, mientras esperaba el Metro en Chacaíto, un par de chicas rubias y medio gorditas se pararon a mi lado y empezaron a hablar en un idioma que no comprendí, pero que luego de ver la cantidad de saliva que salpicaban al pronunciar sus palabras, asumí que era alemán. Les pregunté y en efecto, eran de Dresden. Me contaron que estaban en Venezuela por un intercambio con no sé cuál fundación cultural y por lo que pude ver, entre las cosas que planean llevar de vuelta a casa están unos 8 ó 9 discos de merengue, reggeton y salsa erótica. Piratas todos, por supuesto. Este pequeño episodio me ha hecho pensar... ¿qué piensa un europeo cuando ve estas mini tiendas portátiles en la calle? ¿Qué les pasa por la cabeza cuando ven las portaditas calientes que acompañan los discos? ¿Será que los compran pensando que es una especie de audiolibro sexual? ¿En qué piensan cuando prueban el disco y descubren que sólo se escucha un solo canal o que sólo suena la mitad de los intrumentos que fueron grabados? Justo cuando me decidí a preguntarles, llegó el tren y cada quien siguió su camino pero seguro que algún europeo lee este blog y tarde o temprano nos echa el cuento.

Está de más decir que las opiniones locales también son bienvenidas, así que adelante.

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sábado, octubre 06, 2007

Versión beta de Nostradamus se hace pasar por taxista

Esta semana no ha sido normal. Primero un lunes impecable, luego un martes de mierda, después un miércoles bien divertido, más adelante un jueves como ningún otro (lo siento, pero no puedo entrar en detalles), luego un viernes algo congestionado y hoy, un sábado repleto de trabajo en la agencia, que terminó con este incidente:

- Buenas noches señor, a la Av. Andrés Bello, por favor.
- Como no.

Mientras le indico la dirección al taxista, busco abrocharme el cinturón de seguridad y entonces el tipo me interrumpe para decirme:

- Eso no sirve.
- Ah, ¿no sirve el cinturón?
- No. Cuando te mueras te vas a dar cuenta.
- ¿Qué?
- Si,
cuando te mueras te darás cuenta. Vas llegar al cielo y vas a decir: "¿epa, donde estoy? ¿qué me pasó?"
- (Silencio. Abrí y cerré los ojos para ver si el taxista desaparecía, pero no, se quedó ahí)
- Si, vas a llegar al cielo y te van a peguntar: "¿tú llevas a Cristo?" y alguien va a responder: "no, ese no lleva a Cristo... mándalo pal' infierno".
-
(silencio, miedo y ganas de bajarme del taxi)

El tipo terminó su extraña profecía con una risa rara, luego encendió la radio y empezó a sonar una canción que decía: "se acaba la gloria, se acaba la gloria". Nada divertido el paseo. Yo no quiero ir al infierno y tampoco quiero que ningún taxista ande por ahí vaticinando tragedias, prefiero más bien un taxista de esos que te cuentan historias de la Caracas de antaño o una taxista sueca ninfómana, quizá. Eso, ¿no me podía tocar una taxista sueca ninfómana? No, tenía que tocarme este freak que además no tenía sencillo para darme vuelto y terminó quedándose con 2 mil bolívares más. Odio cuando estas cosas me pasan.

Mejor me voy a dormir (con la luz encendida, por si acaso).

Escuchando: The Who - "Cobwebs and Strange".

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martes, octubre 02, 2007

Deposítelo, pero no me hago responsable

Después de la calma viene la tormenta. Hoy el día fue un desastre y estuvo lleno de pérdidas de tiempo y gente incompetente que hizo su mejor esfuerzo por eliminar hasta el último destello de tranquilidad y buena vibra que dejó el primer día de Octubre.

Todo empezó temprano, cuando ingenuamente tomé de nuevo ese autobús que suelo obviar en las mañanas, pensando que tal vez se repetiría la historia de ayer. Fue un error, por supuesto. El autobús estaba conducido por un señor de 60 años más o menos, que tenía la paciencia necesaria para conducir a 5 Km/h pero no la suficiente para evitar una absurda discusión con uno de sus pasajeros. La persona en cuestión -una señora mayoricta- le reclamó al conductor por haber incluido un billete estropeado en su "vuelto". Pensé que sería un pequeño roce pero en segundos la cosa se convirtió en una insoportable discusión que incluyó elementos de lenguaje tipo C y un par de gestos obscenos. Lo peor es que millones de padres en el mundo siguen exigiéndole a sus hijos que sigan el ejemplo de "los mayores". No hay vuelta atrás, nos estamos yendo al demonio.

El segundo incidente sucedió a mediodía, en el banco. Fuí a depositar un cheque a mi tarjeta de crédito prepagada (que sólo uso cuando viajo o compro cosas por internet) y cuando llego a la taquilla, la cajera me dice que no puedo hacer la operación porque el cheque debe ir a nombre del banco y no del titular de la tarjeta, en este caso, yo. Me pareció raro porque tengo 3 años haciendo ese tipo de operaciones y nunca había tenido problemas, así que le pido a la chica que por favor consulte con algún superior, sólo para estar seguros. La cajera se dirige al Sub-Gerente del banco y éste le dice que no hay manera de realizar el depósito con el cheque a mi nombre, así que la chica regresa y me explica lo que recién les conté. Ya en ese momento entendí que si quería salir rápido de allí, tendría que hacer las cosas yo mismo así que fui hacia el Sub-Gerente y tuve una conversación, más o menos así:

- Buenas tardes señor, quería hacer un depósito a mi tarjeta de crédito prepagada y la cajera me dijo que usted le dijo que no puedo hacer la operación porque el cheque tiene que ir a nombre del banco y no del titular de la tarjeta, que soy yo. ¿Es eso cierto?

- Sí, todos los cheques que sean para pagar Tarjetas de Crédito deben hacerse a nombre del banco.

- Entiendo. Sin embargo, mi tarjeta de crédito es prepagada, es decir, dice Master Card pero en realidad funciona como una tarjeta de débito ya que el banco no puede financiar ninguna de mis compras. Por eso las llaman prepago, ¿sabía?

- Sí, pero usted quiere pagar su tarjeta de crédito y eso sólo puede hacerse en efectivo o depositando un cheque a nombre del banco.

- A ver, amigo, trataré de explicarme mejor. Mi tarjeta de crédito es prepagada, funciona así: yo le deposito dinero para poder usarla porque el banco no puede financiarme nada, de hecho, si quiero comprar algo cuyo precio supera el monto que tengo disponible en la tarjeta, sencillamente el banco rechaza la operación. En teoría es una tarjeta de crédito, pero en la práctica es una tarjeta de débito. Lo que quiero es sumarle dinero al saldo que actualmente tengo disponible para así poder comprar un par de cosas en internet.

- Si, pero tiene que hacer el cheque a nombre del banco.

- ¿Pero cómo coño voy a emitir un cheque a nombre del banco cuando no les debo nada? Este depósito que quiero hacer no es para pagar una deuda asociada con un crédito, es para aumentar el "límite" de mi tarjeta, porque es una tarjeta prepagada. Ahora si me entiende, ¿verdad?

- Bueno señor, yo le hago el depósito pero no respondo.

- Mira idiota, yo vengo acá porque veo que sobre tu mesa hay una plaquita que dice Sub-Gerente y pensé que conocías la mecánica de las operaciones que la gente comúnmente hace en este banco. No sólo eres un incompetente por no tener idea de como funcionan las cosas acá, sino que además tienes la actitud de un niño de 10 años. ¿Cómo me vas a decir que tú vas a depositar el cheque pero no te haces responsable? Precisamente, tu deber es hacerte responsable por las cosas que suceden acá y si tienes dudas respecto a lo que se puede o no se puede hacer, consúltalo y preocúpate por solventar el problema. Yo tengo 3 años depositándole a mi tarjeta con cheques a mi nombre, así que levanta ese teléfono que tienes sobre la mesa y llama a quien tengas que llamar para asegurarte de que este cheque que voy a depositar termine abonado a mi tarjeta de crédito, ¿entendido?
- (silencio, media vuelta y caminata hacia la caja)

Cinco minutos después, el deposito estaba hecho aunque el Sub-Gerente me amenazó -desde lejos- diciéndome que seguro lo iban a devolver en "Compensación". No siendo suficiente, la página de Central Banco Universal me da un error cuando trato de verificar el depósito a través de su inútil página web. Vaya banco de mierda.

El destino me cantó el tercer strike al final de la tarde, en el Metro. No compré mi boleto de regreso porque las 2 taquillas de ventas estaban cerradas, aparentemente debido a un problema técnico y como no estaba dispuesto a esperar 20 minutos a que arreglaran las máquinas, decidí dejar la compra para más tarde. Claro, no debí hacerlo. A las 6:45 pm llego al Metro y la cola era anormal: 60 personas, más o menos, todas en fila india frente a la única taquilla que estaba operativa. Además -y como era de esperarse- ninguna de las máquinas dispensadoras de boletos funcionaba. Duré entonces 20 minutos en una cola para poder comprar mi ticket de regreso, mientras afuera llovía y la energía eléctrica jugaba a las escondidas cada tanto tiempo.

Me subo al tren, lidio con los empujones que suele regalarnos Chacaíto, llego a Plaza Venezuela y camino hacia la parada del Metrobus que me deja a 1 cuadra de mi casa. ¿Cuál fue la sorpresa? 30 personas esperando en fila. Lo peor no fue eso, sino la hora y media que demoró el puto autobús en llegar. Luego, 25 minutos más para recorrer las 7 cuadras hasta mi casa. Un desastre.

Finalmente llegué a casa, enciendo la compu y sorpresa: no hay conexión a internet. ¡C** de la p*** madre! Reviso el router y está bien, chequeo los cables y todo está en orden; sin embargo, la señal no aparece. En un ataque de ira, desconecto todo y vuelvo a enchufarlo luego de unos segundos. Unas lucecitas aparecen tímidamente en los aparaticos y rápidamente la señal regresa a su puesto de trabajo, justo a tiempo para darme la oportunidad de escribir esto antes de irme a dormir. Será hasta mañana.

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lunes, octubre 01, 2007

Fiebre del lunes por la mañana

Hoy parece que será un buen día. Apenas son las 9:20 am y ya este lunes -extrañamente- me ha regalado un par de buenos momentos, que además tuvieron su respectiva antesala. Ésta se desarrolló en la cocina de mi casa entre las 7:20 am y las 8:30 am, mientras preparaba algo de café y desayunaba al ritmo de The Who. Un espléndido banquete, si señor.

Luego salí de casa y tomé un autobús que normalmente prefiero pasar por alto, básicamente porque da más vueltas que las estrictamente necesarias para llegar a la estación del Metro a la que voy todos los días, pero por alguna razón hoy decidí darle una oportunidad al carrito y la sorpresa fue estupenda: el chofer estaba escuchando un disco con piezas de los Four Tops y bandas con un estilo similar a las que formaron parte de Motown (o Tamla-Motown, como era conocida esta clásica discográfica fuera de los EEUU) es decir, música hecha por afroamericanos que de alguna manera reflejó en su momento una importante integración racial.

No me lo podía creer. Allí estaba yo, escuchando doo-woo/soul/pop en una unidad de transporte público venezolano que parecía estar poseída por el buen gusto. Me sorprendió tanto que llegué a la oficina y le envié un correo a los socios de Robert Ripley contándoles lo que me pasó esta mañana y éstos, inmediatamente, me respondieron exigiendo un poco de respeto, explicándome que el trabajo que llevan haciendo desde 1918 es totalmente serio y pidiéndome, de forma poco amistosa, que fuera a tomarle el pelo a cualquier otro mortal, escribiendo un perfil interesante en Facebook o suscribiéndome a uno de esos foros que abundan en internet, donde miles de personas se llenan la boca diciendo que vieron a Elvis Presley en algún lugar del planeta. Bah, pamplinas.

Lo otro que me hizo sonreir esta mañana fue el gesto de un desconocido en la estación de Metro, que frustró el escape de una moneda que cayó al piso mientras yo lidiaba con el ticket y los otros 10 circulitos de 50 Bs. que me dieron de vuelto en la taquilla. El pana tomó a la desertora, esperó que yo terminara de organizar a sus compañeras y amablemente me la devolvió. Sí, quizá parece una tontería, pero creo que nos hemos convertido en seres tan indiferentes y egoístas que este tipo de cosas afrotunadamente logran romper -aunque sea por unos segundos- el trance individualista en el que nos sumergimos cada cierto tiempo.

En fin, ya transcurrieron 90 minutos desde el momento en que empecé a escribir este post (una breve reunión de status se interpuso) y considerando que esta noche finalmente podremos jugar futbolito (tal vez las 10 chicas de la vez pasada estén cuando lleguemos), me pongo a pensar que después de todo, los lunes sí podrían ser divertidos. ¿O no?

Update:
11:15 pm
Justo cuando uno piensa que las cosas no pueden salir mal... no salen. Tal como se esperaba, este lunes en particular estuvo bien fino, con juego de futbolito incluido (aunque sin las chicas y sus franelas mojadas) y una jornada de trabajo divertida que transcurrió rápidamente. Que vengan más lunes así, por favor.

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